¿Puedes decir que conoces muchos modos de preparar la carne? En caso que sea así, ¿podrías mencionar la historia de alguno? Seguramente no. Hoy, te invitamos a conocer una receta surgida de la adversidad, que perduró en el tiempo.
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El elemento gastronómico que nació de la adversidad

Orígenes

Para conocer los orígenes de este platillo tradicional de Ecuador, debemos dirigirnos hasta el hogar de la familia Moreno Unda, en la serranía de Ecuador. Pues hace unos 80 años aproximadamente, la señora Esther Moreno Unda, comenzó a vender carnes en la entrada de su casa; las cuales eran traídas por su marido, para tener una entrada de dinero extra para los gastos del hogar.

El señor Unda fungía como arriero, lo cual le hacía permanecer muchos días fuera de casa; dejando a cargo de sus hijos y las cargas de su casa, a su esposa. Quién un día, siguiendo la sugerencia de su madre, se puso manos a la obra.

Para hacerlo, comenzó a desmenuzar la carne del cerdo, adobarla y marinarla, para seguidamente cocerla al carbón lentamente; y de esa forma, garantizar que luzca esa coloración que justifique su nombre. Luego tostaba maíz, y servía ambos elementos con ají.

Solo fue cuestión de tiempo para que comenzara a llamar la atención de los pobladores de la serranía ecuatoriana; quienes se sintieron atraídos desde un primer momento, y acudían al lugar para satisfacer sus ganas de una buena comida casera.

¿Sabías que…?

En 1987 se otorgó a la señora Esther Moreno de Unga, el título de «símbolo de la cultura de Imbabura», gracias a su creación. Consumir este alimento trae diversos beneficios a la salud, dado que la carne de vaca posee minerales como el hierro, en cantidades elevadas, así como vitamina B12 y la alanina. Además de proporcionar energía y colaborar con el buen funcionamiento de los músculos.