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En algún punto de tu vida escuchaste hablar sobre los higos. Frutos de un árbol de aspecto curioso, por sus hojas. Pero con un amplio número de referencias, que manifiestan sus beneficios. Y una receta admirada en Ecuador, certificándolo.
El dulce que te traslada al paraíso
El dulce que te traslada al paraíso

¿De dónde provino?

El dulce de higos es un postre formado a base de higos, panela y/o azúcar, que a pesar de su popular sabor comprobado por quienes lo han probado resulta poco conocido.

Este es originario de Guatemala, país donde se trajeron los primeros higos durante el siglo XIV, y para cuyos pobladores era importante valerse de los recursos de su momento, como la panela y otras especies para endulzar.
De modo que experimentaban, y en algún punto de la historia, tras haber conocido la azúcar, simplemente fusionaron todos estos ingredientes hasta convertirlo en la tradicional, o primera versión del dulce de higos.

Tristemente, el nombre de la persona que lo logró, se desconoce.
Luego solo fue cuestión de tiempo para que llegara a Ecuador y se quedara hasta volverse uno de sus dulces típicos. Existiendo diversas formas de prepararlo, para el disfrute de toda la familia.

Curiosidades

El dulce de Higos estaba predestinado desde que las personas conocieron los primeros modos de endulzar. Esto porque los Higos se consumen desde hace siglos; registrándose su existencia antes del 9.000 a.C. Poseyendo una trayectoria que supera a los cereales.

Estos son especialmente nutritivos, aportando importantes cantidades de minerales, calcio, fibra y azúcares naturales.

Hay múltiples referencias a esta planta, que la relacionan con distintas religiones. En el caso de la católica y la evangélica, la biblia indica que había árboles de Higo plantados en el jardín del Edén. Mientras los budistas eran admiradores de tal fruto, porque tras reposar bajo un árbol de higo, llegó la idea de crear la religión.

Por otra parte, Mahoma dijo que “si hubiese una fruta que pudiera llevar al paraíso sería el higo” y la revelación para fundamentar el budismo le llegó a Sidharta al reposar bajo una higuera. Además, en Grecia, durante los Juegos Olímpicos, los atletas ganadores recibían coronas de hojas de higo y eran premiados con jugosos higos frescos. Allí la pasión por los higos fue tal que una ciudad tenía el nombre de la fruta, Sykos, donde se prohibió su exportación para no desabastecer al comercio local.

Y, por si todo esto fuera poco, nutricionalmente son una gran fuente de azúcares naturales, fibra y minerales como el calcio o el potasio. Así que cuando disfrutes de un higo recuerda que estás dándole un mordisco una de las historias más dulces de este planeta.